Digamos que te echo de menos. Que cada día me levanto con una sensación de vacío sabiendo que tú no estarás allí cuando baje a desayunar. Que pasará otro día más sin ver tu sonrisa, sin escuchar tu voz. Que todo es distinto desde que tú no estás. Que todo lo que pasó parece difuso, que todo es un vago recuerdo de algo que parece que sucedió años atrás.
Digamos que los inviernos son más largos sin ti. Que los días se alargan y alargan, y que aún quedan meses y meses y meses para volverte a ver. Que la única manera de comunicarnos es con un aparato entre medias. Que lo único que espero es abrir mi bandeja de entrada y encontrarme un mensajito tuyo.
Digamos que en ti encontré a alguien en quien confiar, alguien parecido a mí. Que puedo contarte mis cosas, mis pensamientos. Que entiendes mis rayadas. Que me escuchas a pesar de todo. Que me conoces perfectamente, mejor que yo a mí misma. Que eres realmente sorprendente. Y que me haces sentir como nunca antes me había sentido.
Porque meses y meses más tarde, aún te sigo teniendo presente. Como en aquellas tardes de verano.
Es triste pero es sentido y eso me gusta.
ResponderEliminarEncantado de pasar por aquí, y arriba esos ánimos (y lo digo yo, uff, jajaja)
Un beso
Muchísimas gracias por pasarte!
ResponderEliminarSí, la verdad es que lo he escrito desde dentro, la mayoría de lo que escribo es siempre así :)
Mordiscos!
Triste...y realista, pero hay un verso que dice "mientras te pueda pensar, no habrá olvido"...
ResponderEliminarNo estés de bajón, aplícate el cuento jejeje
Saludetes