21.1.10

Love you.

Me estrechó entre sus brazos y se acercó a mí con intención de besarme.

-No.-susurré. No quería hacerlo más difícil.
-¿Qué pasa? ¿Estás nerviosa? No te preocupes, tenemos todo el tiempo del mundo.
-No, no lo tenemos.-repliqué. Dicha así, la verdad sonaba muy dura. Pero era algo que ambos sabíamos y que había que afrontar.

Aquella era la última noche que pasaríamos juntos. Después cada uno partiría a una universidad diferente, separadas por 6000 km. El simple hecho de pensarlo me daba escalofríos, y cuando recordaba el día en que él difundió la noticia de que se iba a Nueva York a estudiar a todo el instituto (probablemente porque estaba orgulloso de haber sido aceptado en una de las más prestigiosas universidades del país), se me hacía un nudo en la garganta y las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas. Había estado intentando evadir esta realidad durante un par de meses, pero ahora era la hora de la verdad. No había marcha atrás.

Él me notó angustiada y me abrazó más fuerte, acariciándome el cabello. Me conocía demasiado bien, había tenido toda la vida para hacerlo, desde que a los 3 años empezamos juntos el jardín de infancia. Pero, por más que intentaba tranquilizarme, no conseguía sacarme de la cabeza la terrible idea de tener que separarme de él quién sabe durante cuánto tiempo. Llevábamos toda una vida juntos, enamorados el uno del otro en secreto, incapaces de confesar nuestros sentimientos hasta que por fin él se decidió a hacerlo sólo 6 meses atrás. Parecía mentira que, pudiendo haber estado años y años junto a él, solo pudiera haber disfrutado de unos cuantos meses a su lado. Y esto era lo que más rabia me daba. Me sentía estúpida por estar malgastando el poco tiempo que nos quedaba. Apoyé mi cabeza en su hombro y en ese momento noté cómo una descarga eléctrica recorría mi espalda. Ahora sólo me importaba él, el mundo me daba igual, mi mundo era él. Tan sólo quería estar abrazada a él, sintiendo cómo su calor me recorría de pies a cabeza. Y quise decirle todo lo que él significaba para mí, quise rogarle que se quedara conmigo, pero él lo intuyó y llevó su dedo índice a mis labios, cerrándome la boca de un beso.

¿Por qué tenía que hacerlo tan difícil? Cada segundo que pasaba se me hacía más complicado separarme de él. La atracción entre nosotros aumentaba a pasos agigantados, como si su cuerpo fuera un potente imán que me arrastraba hacia él. Podía sentir su piel a escasos milímetros de la mía, podía notar cada una de sus terminaciones nerviosas en mi piel.

Me miró a los ojos y se inclinó para besarme de nuevo. Esta vez no opuse resistencia, ¿qué sentido tenía? Me acarició la mejilla al mismo tiempo que me recorría la espalda con su otra mano. No había nada tan dulce como el sabor de sus labios. Podría estar horas y horas sin más alimento que sus besos. Y cuando le miraba a los ojos, sentía que no había ningún otro lugar donde quisiera estar.

Me separé muy lentamente de él y le miré directamente a esos ojos color caramelo que tanto me gustaban. Y muy despacio me acerqué a su oído y le susurré:

-Prométeme que nunca te olvidarás de mí.
Él se separó un poco de mí y me cogió la cara entre sus manos
-¿Estás loca? Crees que, después de todo lo que hemos pasado juntos, ¿podría olvidarme de ti?

En ese momento un torbellino de imágenes apareció en mi cabeza: la primera mirada, el primer beso, allá por los 12 años, cuando aún éramos unos críos insensatos que no teníamos ni idea de lo que significaba la palabra “amor”; la primera caricia, el primer “te quiero”, el primer amanecer en la playa…eran tantos recuerdos imposibles de olvidar…

-Eso es todo lo que quería oír – y me acerqué para besarle, consciente de que, en realidad, teníamos todo el tiempo del mundo.

1 comentario:

  1. Oooh! Si, al fin y al cabo... Para algo está ese tópico tan famoso que es el ''amor post mortem''. No hay un final para las cosas eternas :)
    Te leo!

    ¡¡Besos!!

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