27.10.10

Even though you mean so much to me.

Te das cuenta de que estás enamorada de alguien cuando llega otra persona a tu vida y esa persona se enamora de ti, pero tú no puedes corresponderle porque hay una fuerza interna, en tu corazón, que te impide hacerlo, una fuerza que aumenta exponencialmente lo que sientes por esa persona de la que no creías haberte enamorado, y sin embargo, lo estás. Y no quieres herir a tu pretendiente, porque es una estupenda persona. Y esa persona especial sigue rondando tu mente, aunque sepas que él no siente nada por ti excepto quizás una gran amistad. Aunque esa persona viva a muchos kilómetros de distancia y haga meses que no la ves. Y tratas de encontrar una explicación lógica a por qué no puedes corresponder a ese alguien que se enamoró de ti. Pero no la hay. No hay ningún motivo por el cual no puedas hacerlo. Y sin embargo, estás amarrada, aun inconscientemente, a una persona que ni siquiera sabe qué es lo que sientes por él realmente. Y no sabes cómo explicar la situación a ninguno de los dos, porque piensas que te has ido a enamorar del equivocado. Y tienes miedo de romper dos corazones, uno tuyo y otro ajeno. Y no sabes cómo salir de este dilema, y cada día que pasa sientes algo más y más grande por aquel que no te corresponde. Y sonríes estúpidamente cada vez que te contesta un mensaje, mientras que el otro se desespera porque no sabe cómo alcanzarte.

Porque ni siquiera yo sé cómo explicarme, ni explicar esto que siento. Porque estoy colgando de un hilo que, aunque tú no lo sepas, me ata a ti. Inevitablemente. Y lo mejor de todo es que no tienes ni idea de lo que siento. Pero he acabado cayendo, como una estúpida. A pesar de que me prometí no volver a pillarme por un chico que viviera lejos. Aun así, lo sigo haciendo. Y por ello temo hacer daño a otra persona, que sí que siente algo por mí. Porque tu presencia es tan grande que no puedo fijarme en alguien más si sigues tú ahí. Porque me estaría engañando a mí misma, y engañándole a él. Y acabaríamos todos destrozados, todo por mi manía de complicar las cosas hasta el extremo.


¿Estamos tontos? No, somos humanos.

16.10.10

Meses y meses más tarde.

Digamos que te echo de menos. Que cada día me levanto con una sensación de vacío sabiendo que tú no estarás allí cuando baje a desayunar. Que pasará otro día más sin ver tu sonrisa, sin escuchar tu voz. Que todo es distinto desde que tú no estás. Que todo lo que pasó parece difuso, que todo es un vago recuerdo de algo que parece que sucedió años atrás.

Digamos que los inviernos son más largos sin ti. Que los días se alargan y alargan, y que aún quedan meses y meses y meses para volverte a ver. Que la única manera de comunicarnos es con un aparato entre medias. Que lo único que espero es abrir mi bandeja de entrada y encontrarme un mensajito tuyo.

Digamos que en ti encontré a alguien en quien confiar, alguien parecido a mí. Que puedo contarte mis cosas, mis pensamientos. Que entiendes mis rayadas. Que me escuchas a pesar de todo. Que me conoces perfectamente, mejor que yo a mí misma. Que eres realmente sorprendente. Y que me haces sentir como nunca antes me había sentido.

Porque meses y meses más tarde, aún te sigo teniendo presente. Como en aquellas tardes de verano.

6.10.10

Dirty Little Secret.

Tras dieciséis años de vida, he llegado a la conclusión de que no me conozco a mí misma. O al menos, no tengo ni idea de cómo funciona mi cabeza.
Soy incapaz de olvidarme de ti, de ti, de ti y de ti. A pesar de que en mi mente y en mi corazón haya nuevos inquilinos, el recuerdo de los antiguos sigue presente durante días, semanas, meses, incluso años. Aún trato de hacer contacto visual contigo cada vez que te veo de lejos. Aún intento llamar tu atención de alguna forma. Y aunque las cosas han cambiado, y aunque mi corazón (supuestamente) te olvidó, no puedo dejar de pensar un mínimo de tiempo en ti. Y si te veo con otra la furia invade mi cuerpo, es un acto reflejo, no lo puedo controlar. Y si me sonríes, siento el impulso de sonreírte, y si me hablas no puedo evitar no pasar de ti.


Porque tu recuerdo está tan presente y es tan fuerte, que por mucho tiempo que pase, será imposible borrarlo. Pasar página nunca se me dio muy bien, y las chispitas de lo que llegué a sentir por ti siguen encendidas, debatiéndose entre apagarse definitivamente o avivarse de nuevo.