4.11.09

Frío y fuego.

Frío. Mucho frío. La sangre se hiela en mis venas, cortándome la respiración. Frío. Se apodera de mi ser como un imán gigante, controlando cada célula de mi cuerpo. Me siento incapaz de moverme, de reaccionar; como si una mano enorme me estuviera llevando a mi destino, y yo no pudiera hacer nada para cambiarlo. Me encuentro en un precipicio, al borde del abismo, a punto de caer irremediablemente. Me preparo para saltar, para volar fuera de este mundo, ante la impotencia y el sentimiento de pequeñez al no poder vivir mi vida como quiero. Respiro hondo, doy un paso adelante, y de repente...



Fuego. Una tímida chispa se enciende ante mis ojos. Y una chispa más débil aún se enciende en mi interior, derritiendo la gruesa capa de hielo que paraliza mi cuerpo. Mis extremidades recobran la movilidad, y la barrera helada de mi cerebro se viene abajo como un cubito de hielo en un día de sol. Me siento libre, capaz de pensar, de tomar mis propias decisiones. Tantos proyectos, tantas cosas que hacer vienen a mi mente. Doy un paso atrás, alejándome del abismo. La actividad de mi interior se hace cada vez más intensa. Siento calor. Gotas de sudor caen por mi frente, consumiendo todo el agua de mi cuerpo. Vuelvo a ser débil, vulnerable; me derrito con la facilidad del cubito. Miro a mi alrededor, las llamas se avivan, estoy en medio de un incendio.



Y echo de menos el frío, el hielo que paralizaba mis sentidos, pero el fuego me consume interiormente con la rapidez con la que cruza el cielo una estrella fugaz. Las llamas crecen cada vez más, y su crepitar resuena como un trueno en mis oídos. Y grito con todas mis fuerzas, un grito de desesperación, de angustia, de dolor.

En un segundo, todo se queda quieto. El frío vuelve a mí. El hielo vuelve a paralizar mi cuerpo, nublándome la mente. Pero me gusta. Recupero las fuerzas necesarias para levantarme y dar un paso al frente. Una ráfaga de viento me eleva y me empuja al vacío. Y caigo, caigo incesantemente.

Todo está oscuro, silencioso. Por fin encuentro la tranquilidad que faltaba en mi vida. No siento frío, no siento calor, no siento nada. Todo está quieto y vacío. Pero me gusta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Súmate a mi inconformismo!