23.1.11

Drugs weren't made for an addict like me.

Dejo escapar una exclamación de placer. Mi cabeza da vueltas y un torbellino de imágenes aparece ante mis ojos. Mi cerebro me engaña, mostrándome cosas que sé que no están ahí. Siento que floto, que estoy encima de una nube, que vuelo surcando los cielos. La gente me repite que no puedo ir drogada por la vida, pero estoy segura de que ellos nunca han experimentado esta sensación. Una sensación de ligereza, de poder, de descontrol, de sentir cómo el tiempo se detiene. Sé que esta sensación no es eterna, y que pronto los efectos se pasarán. Hasta que me chute una nueva dosis, y así poder volar, volar sin parar, sin preocuparme por nada más, evadirme de la realidad, descubrir un mundo nuevo, un universo paralelo creado sólo para mí. Me preguntan qué clase de droga me he tomado que me hace sentir así. Pero es la droga más maravillosa del mundo, única e irrepetible, casi imposible de encontrar: tú.

Tú eres la droga que me crea esta adicción. La que me hace olvidarme del mundo, la que me saca una sonrisa estúpida todo el tiempo. La que hace que mi corazón se acelere y que mis pupilas se dilaten. La que hace que mi mente vuele a ese mundo paralelo inventado por y para mí. Y necesito una dosis de tu droga cada día, necesito verte, hablarte, saber que estás ahí. Y cuando no te tengo el mono es tan grande que me impide pensar con claridad, me hace comerme la cabeza y devanarme los sesos y esperar impacientemente, como una histérica, noticias tuyas. Y cuando al fin las tengo, no es más que una dosis de metadona para calmar un poco esta necesidad. Porque mi adicción es tan grande que necesito una buena dosis de esta droga para seguir viviendo en mi nube, feliz, sin que importe nada más. Necesito escucharte, abrazarte, tocarte, sentirte cerca de mí, besarte, susurrarte que eres lo que más quiero en este mundo, lo que me llena y me completa, lo único que necesito para vivir.

Porque, aún ahora, sigo sonriendo cada vez que pienso en ti. Sigo recordando cada momento como si lo viviera de nuevo. Sigo teniendo tu voz, tu risa, resonando en mis oídos, tu imagen anclada en mis retinas. Y pienso qué estarás haciendo ahora, y si me recuerdas con la misma intensidad con la que yo te recuerdo. Me pregunto si imaginas todo lo que pasa por mi cabeza al pensar en tu nombre, e intento adivinar la expresión de tu rostro al leer esto. Porque necesito que vuelvas y que me des otra vez de tu droga, necesito saber si todo este tiempo ha significado algo para ti, y si estás dispuesto a impregnarme de felicidad otra vez. Y esta vez, para siempre.

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